DOMINGO DE PENTECOSTÉS. Celebramos el gran Don de la Pascua, el Don del Espíritu –el Donante se hace Don!– para otorgarnos una “Vida pascual”, que sin Él no tendríamos. Todo lo que hemos vivido durante las siete semanas anteriores tiene su culminación en la fiesta de hoy: el «Don de la resurrección, el Espíritu Santo!
🕊️Y qué consecuencias tiene la venida del Espíritu Santo?
1️⃣ El primer efecto: deja perplejos a los asistentes. El Espíritu hace posible que el Evangelio sea comunicado y comprendido por todo el mundo, desde su cultura y realidad. Es decir, la acción del Espíritu no pasa por encima de las circunstancias concretas en que vivimos, es más se hace presente en cada realidad concreta. Esto supone que nadie debe renunciar a su identidad para recibir el Evangelio, es decir, sólo desde la propia identidad se puede recibir.
2️⃣ En segundo lugar, Cristo resucitado nos envía en la presencia y acción del Espíritu. “Como el Padre me ha enviado, así os envío Yo”. La unción del Espíritu nos hará ser como Él, nos posibilitará participar de su misión: anunciar el Evangelio con hechos de vida y palabras de verdad.
3️⃣ Tercero, la Eucaristía -que hace la Iglesia- es obra del mismo Espíritu. Sólo si es así nos fortalecerá para dar testimonio entre los hijos de Dios dispersos.
📝 Qué disposiciones interiores tenemos para atraer y recibir al Espíritu Santo?
- Deberíamos despertar más aún en nuestros corazones el anhelo por el Espíritu Santo y sus dones.
- Debemos esforzarnos más por estar en silencio (interior, al menos), por estar tranquilos interiormente. Se trata de concentrar nuestra energía en Dios.
- La oración humilde y confiada, junto con María, como en el Cenáculo.
- Una última disposición que atrae al Espíritu Santo es el “espíritu mariano”. Como suplicaba María el Don del Espíritu en Pentecostés, así debemos hacer nosotros.
🙏 Unirnos a Ella, la Madre de la Iglesia, en la espera de un nuevo Pentecostés.🕊️

