Siempre que hablamos de la Santísima Trinidad decimos que es un “misterio inescrutable”. Pero, realmente es un misterio que no lo es tanto.

📖 El concepto misterio (en griego: mysterion), tanto en la teología como en la liturgia, no se refiere a una cosa escondida, secreta, incomprensible…, sino que es un concepto para indicar en primer lugar una acción salvífica de Dios.

☝️Por lo tanto, lo primero que se deriva es que el Dios en Quien creemos no es un Dios lejano, abstracto, ausente…, sino que es un Dios cercano y comprensible a los hombres.

– Un Dios que identificamos como un PADRE, un padre bueno que ama entrañablemente a todos sus hijos, que quiere que seamos felices, que lleguemos a la plenitud de la vida humana.

– ⁠Un Dios que nos ama tanto que por nosotros se hizo hombre, se encarnó en Jesús, el HIJO, en Quien podemos ver a Dios más fácilmente y en Quien se muestra plenamente la voluntad salvífica de Dios con su muerte y resurrección.

– ⁠Y cuando ese Hijo Jesucristo volvió al Padre, *Dios nos dio su ESPÍRITU SANTO,* que es presencia, luz y fuerza de Dios mismo en nuestra vida.

🙏 Este es el Dios “misterio” en Quien creemos, un Dios que por amor se manifiesta como PADRE, HIJO y ESPÍRITU SANTO.

Y eso no es tan misterioso, no es tan difícil de entender.

📜El evangelio de hoy recoge las palabras de Jesús sobre la promesa del Espíritu Santo.

🕊️El Espíritu es presentado como una nueva forma de presencia divina entre los hombres, que sustituye a la presencia física y visible de Jesús. El Espíritu nos hará recordar y entender la Persona y enseñanza de Jesús, es decir, nos “guiará” hacia la Verdad plena (que no es otra que Jesús mismo). Todo tiene su origen último en Dios Padre, que lo ha confiado al Hijo, el Revelador por excelencia, y este lo ha transmitido al Espíritu, que ayuda a los discípulos a llegar a una comprensión más plena.

⛪ Nosotros somos “templos vivos de la Trinidad, que habita en nuestro corazón.

¡Qué maravilla! Dios está en nuestro corazón y nos llena.

¡Qué felicidad y qué dignidad!